EL PRAGMATISMO EN LA SOCIEDAD
Las tendencias sociales repercuten indiscutiblemente en las conductas individuales. Se hablará aquí, en específico, de la tendencia actual al pragmatismo y su adherente rechazo al desarrollo intelectual. Lo que se plantea es que dicha tendencia repercute de manera negativa en el desarrollo personal del individuo, y que por tanto, habría que despertar una conciencia –de ser posible, colectiva—a favor de las actividades de índole más bien intelectual.
Para entender mejor este planteamiento, es necesario delimitar primero los conceptos de pragmatismo y de desarrollo intelectual. Es obvio que prácticamente toda actividad humana va acompañada de un proceso intelectual; sin embargo, la tendencia al pragmatismo a la que se ha hecho referencia genera una suerte de automatización de los procesos intelectuales. Dicho en términos cotidianos: se hacen las cosas “sin pensar”. A su vez, esa automatización genera un empobrecimiento de muchos de los intereses abstractos que en otros tiempos se cultivaban con mayor intensidad. Estos es: se lee menos, se busca menos cine de arte, se rechazan las exposiciones pictóricas o escultóricas… en fin, las artes en general son devaluadas. Pero el fenómeno de rechazo no sólo afecta a las actividades artísticas, sino que se filtra hasta la vida cotidiana y se refleja en relaciones sociales banales y por tanto endebles. Los lazos amistosos, incluso en ocasiones los familiares, al no tener un sustento profundo (que tendría que surgir de un compromiso intelectual), llegan a ser tan frágiles que se quebrantan ante el mínimo conflicto económico.
Claro que la sociedad reconoce que existen estas carencias, y es entonces cuando se recurre a medidas algo desesperadas. No es extraño que la mayoría de los bestsellers modernos sean libros de autoayuda o superación personal. Pero esto sólo agrava el problema: las carencias intelectuales impiden al individuo detectar la virtual ausencia artística en tales publicaciones y la abundancia de banalidades o remedios superficiales generalizados o automatizados. Es un círculo vicioso, vaya.
Esto nos lleva al punto clave del problema: el materialismo. La tendencia social que ha reinado en los últimos tiempos es de naturaleza consumista, materialista y, casi por definición, superficial. Lo que sea productivo es bueno, lo que no se pueda comprar o vender, o siquiera ponerle precio, no es digno de atención.
Por supuesto, el problema no es que se busque la productividad en nuestras acciones. El problema es que absolutamente todas nuestras acciones se valoren con esa sola medida.
Ejemplos sobran para ilustrar la problemática, pero el punto final de esta exposición es que la creciente demanda de pertenencia social nos ha hundido en un marasmo de banalidades que, si bien pueden rendir en ocasiones buenos dividendos materiales, nos lleva a sufrir de profundas carencias personales y de relaciones interpersonales pobres y poco satisfactorias.
Contacto
Los Mochis, Sin.
81200 6688569793 valleterapia@gmail.com